La cúpula del monasterio, completa con tambor octogonal, ático con grandes ojos y linterna terminal, fue erigida entre finales del siglo XVII y principios del XVIII y gracias al trabajo del maestro yesero Pascale Gesumaria de Nápoles se completó con la obra de embellecimiento interno en 1758. La cúpula, además del maravilloso aspecto estético que aún hoy se puede admirar, cumple una función esencial en el interior de la iglesia por la luminosidad que le da a todo el edificio; nace del cruce de dos bóvedas de cañón y al ser ventanal, con la entrada de luz le da mayor valor y dinamismo al estuco del altar central.